EL ÚLTIMO Y DOLOROSO ADIOS


NacEn medio de expresiones de dolor y pedidos de justicia, este lunes fueron velados los restos de la capitana del Ejército, Alba María Altagracia Montero Rojas. La oficial es la persona número 234 que ha perdido la vida tras el derrumbe ocurrido en la discoteca Jet Set.

Alba María tenía 35 años y contaba con una trayectoria destacada en las Fuerzas Armadas. Fue reconocida por su entrega y compromiso, convirtiéndose en un referente de esfuerzo y liderazgo femenino dentro del Ejército dominicano. Con apenas 29 años asumió la responsabilidad de dirigir un recinto penitenciario, siendo la primera mujer en lograrlo dentro de esa institución. Compañeros de labor y allegados la describieron como una madre dedicada y una figura de respeto en su entorno profesional.

El impacto de su pérdida se intensificó al conocerse que la capitana se encontraba en el lugar junto a varios integrantes de su familia. En el suceso también dejaron de vivir su esposo, el capitán Randy Montero Rodríguez Cepeda; su suegra, Zeneida Altagracia Cepeda Hernández; su cuñado, Aneury Alexander Viñas Rodríguez; su tía política, Licelot Elizabeth Cepeda Hernández; y la hija de esta última, Génesis Lisbeth León Cepeda.

El sepelio fue programado para las 4:00 de la tarde en el cementerio municipal de Villa Tapia. Habitantes de la comunidad se unieron para rendirle un homenaje a quien consideran una figura ejemplar por su vocación militar y su dedicación como madre. De acuerdo con información suministrada por la familia, Alba María deja tres hijas pequeñas, quienes serán cuidadas por sus abuelos maternos.

Tras lo ocurrido, los parientes de las personas que perdieron la vida han solicitado a las autoridades una investigación pronta y clara. Piden respuestas sobre el estado físico de las instalaciones del centro de entretenimiento.

“Ella no debía morir así, ninguno de ellos debió estar allí sin seguridad alguna”, declaró entre lágrimas una prima de la capitana.

Este caso se suma a una lista cada vez mayor de personas que han dejado de vivir a causa de este evento. La dimensión humana de esta pérdida se refleja en el dolor de múltiples hogares dominicanos, que hoy enfrentan la ausencia de sus seres queridos.

Como señal de respeto, la institución militar ondeó la bandera a media asta. En el centro penitenciario donde Alba María trabajaba, sus compañeros expresaron condolencias y realizaron actos en su honor, incluyendo una guardia de silencio.